UN DIA A LA VEZ

En mis días de mortal siento la carga de los años, la culpa, la enfermedad y el cansancio. Todos los días al levantar me digo a mi misma que el dolor es que estoy viva y sigo. Pero la verdad es algo que me digo para seguir moviéndome. La verdad odio el dolor en mi cuerpo, mis monstruos de culpabilidad por los errores cometidos devoran mi alma cuando menos los espero, los años me pesan, mi cuerpo es lento y el cansancio me hace compañía. Que si me rindo, no, si otros con sendas más pesadas que las mías siguen, porque yo tengo que detenerme. Ellos me sirven de inspiración y yo a la vez espero ser de inspiración a otros. La vida de los mortales es dura, difícil, cada uno se acuestas con sus dolores y monstruos. Nadie se escapa de los placeres e infortunios de la humanidad. Todos carecemos de algo, todos buscamos algo. Yo se, que hasta el mortal más poderoso y con su vida perfecta, vive con sus propios monstruos, solo que los oculta con oro y diamantes. Pero quienes podemos ver sobre el poder, sabemos que su abismo interno es eterno.

Pero a la vez me siento feliz y afortunada por todo lo que tengo, mi familia y amigos. Compañeros en mi senda, ya sea por años o por un simple instante. Al mirar al horizonte me siento frágil, pequeña, y al a vez inmensa. Soy una diminuta partícula de este cosmos, pero yo soy parte. Agradezco a mi Dios por todo lo recibido sin merecerlo, sin trabajarlo. A ese Dios que veo en el árbol, en el cielo, en cada animal, en el aire, en la tierra y en cada ser humano. En esa fuerza que da vida, porque el Dios que conozco está vivo, solo con mirar a la distancia lo observo desde la invisible partícula de mi cuerpo. Para mi el no está en las iglesias, ni en las personas que usan la fe como poder y ostentan de una pulcritud falsa. Porque somos hermosa mente imperfectos. Somos únicos, libres internamente algunos, pero al fin personajes de este sistema mundial de mierda, que nos miente, nos utiliza solo para sus fines mezquinos de gloria y poder. Pero a ellos también los monstruos les devoran su cuerpo y al no poseer nada se pierden en su abismo.  Sus monstruos ganan y los desplazan. Pero hasta a los monstruos les visita mi hermana la muerte. Ella no se deja llevar ni por el dinero, ni por el poder, muy justa la señora. Cada uno escoge como recibir el transito con armonía y olores placenteros, o con miedo y olor a podredumbre. Eso lo escoges en tu senda, con tu vivir, en cada caída, cada vez que te levantas, en lo que quitaste por tu maldad, pero también en lo que diste por tu bondad. Según vives tu vida así debe ser tu tránsito. Ahora me siento algo estancada, pero es temporal, yo no me voy por vencida. Solo tengo que volver a enfocarme en lo justo y abandonar caminos que solo agotan mis fuerzas en vano. No espero lo no merecido, pero si soy dueña de lo que haga en mi camino y de lo que me toque hacer por el mortal en mí senda. No levantare las manchas en mi alma, pero si tengo el poder de elegir que hacer lo que me toca, a quienes lo permitan y partir en paz, cuando termine mi senda.

Meliza Serrano

26 de mayo de 2018

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