La vida es como una estación de trenes; tu eres el pasajero que esperas. En la estacion llega muchos trenes, unos con tu nombre y otros solo se detienen un instante. Solo los que no les tienen miedo a la vida se suben a los trenes sin nombre. Siempre existiran trenes que paran a esperar que arregles tu equipaje, pero si te demoras los pierdes. Por ende debes llevar un equipaje liviano, a estar dispuesto a quedarte en desnudo y empezar de nuevo. Quienes solo viven su vida midiéndose por su conveniencia, obtendrán ganancias materiales y vacías sus almas. Ni el poder o la gloria alimentan un espíritu salvaje. Un día escuche que todos teníamos un precio, pero yo no me vendo al poder, ni sucumbo a los lujos. En la vida he vivido en castillos de cristal y entre muros de piedra. He habitado la opulencia y también los arrabales. He aprendido que todos tenemos similares problemas, la diferencia estriba solo en la envoltura. No me interesa oler a Cartier, yo huelo a madre selva, azúcar, citricos, café y pan de maíz. Mi alma se la doy al que me sale, se gana con cosas que no puedes comprar. Me mata la gente rara y sencilla que se juega todo por nada. Siempre me subo a los trenes sin nombre y mas si esperan que empaque. La vida me ha enseñado que debes tomar los trenes que llegan a tu estacion, que si no es la ruta deseada, siempre hay otra estacion que te puedes bajar. Prefiero subir y bajar cien veces, que vivir inerte pensando que seria de mis huesos si me hubiese montado.
MELIZA SERRANO
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